El otro Masters de Augusta

El primer Grande del año se juega en el que muchos califican en el mejor campo del mundo. Cada año, el insulso y pequeño pueblo de Augusta se convierte en el centro del universo golfístico. Detrás de esos 18 hoyos de lujo se esconden muchas leyendas e historias curiosas.
¿Por qué se llama Amen Corner al triángulo de los hoyos 11, 12 y 13? ¿Hay serpientes venenosas? ¿Es verdad que todos los caddies eran negros y de obligada contratación? ¿Es verdad que todo es verde?

Es el otro Masters, el que se esconde al otro lado de las cuerdas. La leyendas e historias que circulan durante casi medio siglo y que han ayudado a crear esa aureola de misterio grandilocuente que se esconde en este remoto rincón del profundo Sur americano.
Augusta es un mosaico de ideas que refleja a la perfección el estilo americano más conservador.

La Chaqueta Verde comenzó a ser utilizada por los socios del club en 1937, tres años después de la inauguración oficial del club. Las primeras chaquetas fueron adquiridas en Nueva York y se instó a los socios a comprarlas para que fuesen utilizadas durante el Masters. Los socios actuaban como marshalls y de esa forma eran fácilmente identificables.
En un principio la idea no fue bien recibida por los socios ya que las primeras prendas eran de paño grueso y daban mucho calor. Con el paso de los años se fueron fabricando en materiales más livianos y a medida con el color que lleva su nombre Masters Green y adornadas con el logotipo del club en el bolsillo izquierdo del pecho. El logo también aparece en los botones de bronce.
La primera Chaqueta Verde fue impuesta en 1949 al ganador del Masters de Augusta, Sam Snead, como un símbolo de que ya era un socio más del selecitvo club. Según la tradición, durante el primer año, el ganador puede lucir la chaqueta fuera de Augusta, pero luego hay que devolverla al club. Gary Player fue el primer jugador en no devolver la chaqueta. El club tuvo que hacerle otra y abrió la caja de Pandora para que otros jugadores hicieran lo mismo.

Prohibido …. ¿pensar?

Las restricciones en Augusta son numerosas y las prohibiciones aún más. Augusta se ha remodelado siguiendo los nuevos tiempos y frente a la lujosa entrada colonial hay un cartel que indica todo los que está prohibido introducir en el campo. Además de los teléfonos móviles, o cualquier aparato electrónico, y las cámaras fotográficas (sólo permitidas de lunes a miércoles para el público en general) estarán perseguidas a partir del comienzo del torneo. No se pueden llevar banderas ni insignias que muestren nacionalidad ni ideología de ningún tipo; prohibido llevar sillas que no sean las oficiales del Masters (las verdes), prohibido llevar mochilas que excedan de ciertas dimensiones o bolsos grandes para las señoras. Nada de comida o bebida. Prohibidísimos los periscopios o cualquier elemento que sirva para tener una visión más elevada por detrás de las cuerdas. Naturalmente, se prohíbe la venta alcohólica en el campo después de las 16.00 horas. Se pueden hacer fotos de la Casa Club desde el verde jardín con las flores de logo del Masters y la Casa Club detrás, pero no al revés (¡!¿??¡¡).
Se prohíbe correr o incluso andar demasiado rápido dentro del recinto; no se pueden pedir autógrafos a los jugadores, excepto en unas áreas limitadísimas. Y seguro que hay más pero no he llegado a memorizarlas.

Colas para una foto

Parece increíble, pero hasta para hacerse una foto hay que hacer cola en Augusta. La parte frontal de la Casa Club, con una especie de green donde hay clavada una bandera y un seto de flores que dibuja el logo del torneo es el lugar más visitado para inmortalizar un momento del que sólo disfrutan unos privilegiados, aquellos que consiguieron pases para los días de prácticas (el resto de la semana, la entrada es heredada, y la reventa esta super perseguida). Por eso, los americanos que son tan organizados, han colocado una cuerda, un par de guardias y un estricto orden para hacerse la foto.

¿Serpientes venenosas?

Uno de los rumores que corrían por Augusta es la advertencia de no aventurarse por prados inexplorados debido a la presencia de una serpiente altamente venenosa y que en la Casa Club guardaba dosis de anti-veneno.
Bueno, en 20 años nunca, afortunadamente, me he topado con semejante bicho. Lo que sí es verdad es que Georgia es el hábitat natural de la serpiente “boca de algodón” (Cottonmouth o mocasín). Es una víbora de piel oscura color oliva-marrón, que se mueve en el agua. El hábitat para la Cottonmouth es cualquier lugar se puede encontrar agua. Por lo general se pueden encontrar en los pantanos de tierras bajas, lagos, ríos, canales y arroyos, o en cualquiera tierra pantanosa. Y su mordedura puede causar la muerte en un adulto, aunque por el día es difícil verlas ya que su periodo de actividad comienza al anochecer.

Tripas para cenar que revolvieron las “ídem”

No fue una tradición inicial y no se convirtió en costumbre hasta 1952, cuando el genial Ben Hogan sugirió e invitó a los campeones a la primera cena de la semana del Masters.
La idea era muy sencilla: los ganadores del Masters, que se convierten automáticamente en miembros del club más exclusivo del mundo, se reunirían los martes del torneo para dar la bienvenida al nuevo miembros, ganador de la Chaqueta el año anterior. El “nuevo miembro” debe elegir el menú que servirá a sus comensales, aunque es verdad que los “maestros” no están obligados a probar el menú si no se ajusta a sus gusto; en cuyo caso pueden pedir un Augusta National, que no es más que una comida internacional que incluye filetes de ternera, pollo o pescado.
Una de las cenas más “comentadas”, y aún no superada, fueron los haggis que sirvió a sus comensales Sandy Lyle en 1988 tras ganar su única Chaqueta el año anterior y que causó un gran revuelo en la Cena de Campeones. Para los que no lo sepan, los haggis es un plato típico escocés que se elaboran a base de asaduras de cordero u oveja (pulmón, hígado y corazón) mezcladas con cebollas, harina de avena, hierbas y especias, todo ello embutido dentro de una bolsa hecha del estómago del animal y cocido durante varias horas.

¿Quién puede jugar en Augusta?

Augusta National es un campo privado y exclusivo, tal y cómo quiso hacerlo Bobby Jones, el mejor jugador amateur de todos los tiempos. Tras retirarse en 1930 habiendo conquistado el Grand Slam de golf de la época en una misma temporada (el único jugador que lo ha logrado), Jones quiso hacer un sueño realidad: construir un campo de golf para él y sus amigos, al margen del mundanal ruido. Localizó la finca actual que pertenecía a un barón belga, Louis Mathieu Edouard Berckmans que tenía la horticultura como hobby; se asoció con su íntimo amigo Clifford Roberts (que puso todo el dinero) y contrató al doctor Alister Mackenzie que había abandonado la medicina por el diseño de campos. Y así nació Augusta en 1932.

El primer torneo se disputó en 1934 y la condición sine quanon era que la participación sería por invitación. De entre los primeros 78 invitados, la mayor parte eran estadounidenses excepto el canadiense C. Ross Somerville, y los ingleses C.T. Wilson, Harry Cooper y C.G. Stevens. Con el tiempo se han ido incluyendo otras cláusulas, como el ránking mundial, el europeo, ganadores de otros Grandes (profesionales o amateurs), etc.
Por cierto, que este año habrá una extraordinaria novedad ya que el club ha abierto sus puertas a las mujeres y ha aceptado a dos como las primeras miembros del club de la chaquetas, la ex secretaria de Estados Condoleezza Rice y la empresaria Darla Moor. ¿Tiemblan los cimientos del conservadurismo extremo?

Fotos y texto: Isabel Trillo