Como nos dice Tim Gallwey, (para muchos cofundador del Coaching), en su libro El Juego Interior del Tenis, cada juego (actividad) consta de dos partes, un juego exterior y un juego interior. El exterior se juega contra un adversario externo para superar obstáculos externos. El dominio de este juego se aprende en libros y con formación técnica. Mientras que El Juego Interior tiene lugar en la mente del jugador, y se juega contra obstáculos como la falta de concentración, el nerviosismo, las dudas sobre sí mismo y la excesiva autocrítica. En resumen, se juega para superar todos los hábitos de la mente que inhiben la excelencia en el desempeño deportivo.
En general, cuando nos iniciamos en una actividad deportiva ponemos nuestros esfuerzos en el aprendizaje de la técnica correspondiente mediante los clásicos métodos de formación. Focalizamos nuestros esfuerzos en el “hacer”. Y esto es aceptado e incluso correcto, o al menos, el sistema conocido. Buscamos ganar en confianza mediante el control de los hábitos externos a través del dominio de la técnica.
Pero, ¿qué pasa cuando tras la etapa de formación consideramos que disponemos del “paquete básico” para competir y no obtenemos los resultados esperados? ¿Qué puede marcar la diferencia? En lo primero que tendemos a pensar es en buscar la solución al problema con más entrenamiento, más repetición del gesto y más simulación de la situación. Practicaremos más y más concentrando nuestra atención en el “hacer” nuevamente.
Sin embargo, y sin darnos cuenta, este querer controlar el hacer, termina controlándonos. Nos centramos en el objetivo y olvidamos el camino que debemos recorrer para alcanzarlo. Olvidamos que para disfrutar de la tarea y alcanzar la excelencia en nuestro desempeño deportivo (y personal) es el juego interior en el que debemos paralelamente desarrollar y entrenar.
Es en el crecimiento y desarrollo de este espacio, el juego interior, en donde conseguiremos marcar las diferencias cuando a igualdad de habilidad y talento debamos competir. Y competir en golf no necesariamente supone competir contra un oponente. Si no, y como todos sabemos, contra nosotros mismos, contra el campo contra el juego. Tanto si tienes un handicap alto o bajo, o si eres un jugador amateur o profesional, sólo conseguirás jugar a tu máximo potencial cuando seas capaz de dirigir y controlar el poder de tu mente y tus pensamientos, tu juego interior. Lo que importa aquí eres tú y tu juego.
En este sentido, el coaching deportivo es en la actualidad la herramienta por excelencia en el desarrollo de nuestro juego interior. El coaching nos ayuda a reconocer y modificar nuestros hábitos. A tomar conciencia de los pensamientos y creencias limitantes que tan malas pasadas nos pueden jugar en un torneo o durante el entrenamiento.
El coaching nos ayuda a evitar el descenso en nuestros niveles de concentración tras los largos paseos entre hoyo y hoyo donde se producen nuestros más profundos diálogos internos. Con el coaching aprendemos a reconocer nuestros sentimientos y emociones, que tanto afectan el desarrollo de nuestro juego y a su vez, a manejarlos en nuestro beneficio. Con el coaching aprendemos que es en el desarrollo y cambio de nuestro “ser” donde podemos mejorar nuestro “hacer”, obteniendo así unos resultados diferentes.
Para concluir, diré que a través del coaching y la práctica del golf podremos desarrollar hábitos, no sólo importantes en el desempeño de nuestra actividad deportiva, si no para nuestra actividad personal y profesional.
Texto por Julián Aranda, Executive & Sports Coach en Synerging.es, Master en Sports Management IE Business School y Técnico Superior Deportivo en Baloncesto.