Nada parecía prever lo acontecido en el Portugal Masters. Es la grandeza de este deporte. Tras una demostración de calidad y alto nivel golfístico ofrecido por Ross Fisher y Bernd Wiesberger, favoritos al título al finalizar la tercera jornada, pareció que en la ronda final ambos no rindieron a la altura de lo visto y de lo esperado. Wiesberger, que se mostró intratable en las jornadas anteriores y que tenía como objetivo su tercera victoria de esta temporada, no encontraba su juego, y a la altura del decimoquinto hoyo seguía el par de campo. Parecía que el triunfo recaería sobre Fisher, más dispuesto y acertado que su competidor, que llegaba al mismo punto con -3, y que a falta de tres hoyos por disputar ya podía disponerse a saborear las mieles de la victoria.
Mientras Fisher jugaba el hoyo 16 siendo líder con -15 en el total, sobre la verde hierba del campo de prácticas del Oceânico Victoria Golf se encontraba calentando el joven irlandés Shane Lowry, quien había puesto su nombre en la cabeza de la clasificación con -14, con una vuelta de 66 golpes para completar el recorrido. Cinco birdies y un eagle en el 11 eran el haber de este jugador que sorprendió en 2009 ganando como amateur el Irish Open.
Ross Fisher empezó en el 16 a flirtear con la derrota. Bogey. No había más que continuar jugando los dos hoyos siguientes y mejorar el tanteo. El 17 no sería exactamente un alivio. Firmar un par en este tramo solo hacía que la presión fuera mayor en el último hoyo. Y la presión pudo con él. Tres putts para bogey en el 18 hacían que el inglés dijera adiós a la victoria en el torneo y el irlandés Shane Lowry recibiera su primer triunfo como profesional con los brazos abiertos.
El mejor español, Gonzalo Fernández-Castaño, finalizó en doceava posición con 71 golpes en esta jornada, mientras que el malagueño Miguel Ángel Jiménez terminaba en el vigésimo séptimo puesto, tras perder el ritmo de las tres jornadas anteriores (69, 68, 68, 74).