El tiempo invertido por D.A. Points unos días antes en el putting green del Redstone GC por consejo de Chris Stroud, bajo la atenta mirada de Brian White, entrenador de la Universidad de Lamar ha dado sus frutos. La primera sorpresa para el jugador de Houston fue que de toda la colección de putters que llevaba consigo, sería un viejo Ping Anser el que más se adaptaría y más rendimiento daría a su juego. En sí esto no debería ser ninguna sorpresa, pero si añadimos que el putter pertenecía a la madre de D.A. Points esto añade un tono diferente, quizás algo jocoso, y en cierta manera inesperado. Si además pasados los días, D.A. Points firma una vuelta final de 66 golpes y gana el Shell Houston Open con este putter, quizás la jocosidad se convierta en asombro.
En la jornada del domingo, D.A. Points era líder en solitario a la altura del hoyo 14 con un golpe de ventaja sobre sus más inmediatos perseguidores. Al finalizar el hoyo, la organización tomó la decisión de parar la competición ante la inminente aproximación de una tormenta eléctrica que retrasaría el juego por al menos 2 horas. La reanudación, como ocurre casi siempre, comenzó fría para D.A. Points, que firmaba par en los siguientes tres hoyos y tenía como única opción para asegurar la victoria acertar en el 18, para poder escapar de un play off frente a Billy Horschel y Henrik Stenson. Todo se decidía en el green del último hoyo, con una tensión y nerviosismo propio de un jugador que hasta ese momento calificaba su propio juego como una basura, y quien sujetaba entre sus manos el viejo putter de su madre a cinco metros del agujero para intentar conseguir su segundo título del PGA Tour. La liberación de conseguirlo era más que visible en la cara D.A. Points, que parecía aún no creerlo cuando se presentó ante los medios de comunicación.
Esta victoria le da pase directo al Masters de Augusta al que llega pletórico y con una inmensa confianza en su juego, y seguramente, en el Ping Anser de su madre.