Han pasado dos años, exactamente 749 días. Se han jugado 26 torneos oficiales. Un tiempo marcado por polémicas y lesiones. Es normal que Tiger Woods haya celebrado tan efusivamente su victoria en el Chevron World Challenge, su título número 83, el primero desde el JB Were Masters de Australia que ganó el 15 de noviembre de 2009.
Tras la jornada del sábado, donde Zach Johnson se instauró como líder tras dos eagles extraordinarios, sobretodo el efectuado en el hoyo 18, Tiger, a un solo golpe, tenía que apretar los dientes y demostrar en la cuarta jornada que su nuevo swing funciona exactamente igual de bien que el que le dio tantos títulos años atrás. Y asi lo ha hecho en un cuarto día donde parecía un duelo al sol entre los cabeza del ranking del torneo, que salían juntos. Toma y daca. Cambios constantes en el marcador. En la segunda mitad del torneo, el anfitrión, Tiger Woods, parecía dominar la situación aunque llegaban empatados al 16, donde el “invitado”, Johnson embocaba birdie y pasaba a ponerse por delante. A solo dos hoyos del final, Woods no parecía preocuparse, con el semblante que solo puede ofrecer un hombre seguro de su juego y confiado en la victoria. Concentrado totalmente en el hoyo 17, de donde tenía que salir empatado para jugar en igualdad de condiciones el último hoyo. Y así lo hizo. Birdie, celebrado por un Tiger rabioso, en el 17 frente al par de Johnson.
Y el hoyo 18 del Sherwood Country Club, un par 4 que el día anterior dio la primera posición a Johnson con un eagle, sería el hoyo decisivo. No había espacio para el fallo. Pero lo hubo por parte de Zach, que falló su tercer golpe, situación que Woods aprovechó para ganar el hoyo final con birdie.
“Es una sensación espectacular. Me he sentido muy cómodo. ¿Que si estaba nervioso? Por supuesto, pero era un sentimiento con el que me sentía a gusto. Es genial”, comentaba un satisfecho Tiger Woods, que sube desde el puesto 51 al 21 en el ranking mundial.