La final del Tampa Bay Championship estaba destinada a ser una final muy abierta, con 20 jugadores con un margen de cuatro golpes con posibilidades de alcanzar el triunfo. Nadie contaba con los 63 golpes que necesitó Boo Weekley, rompiendo con la línea de 65 golpes que ningún golfista había conseguido reducir en las 3 jornadas anteriores. El estadounidense creía tener entre sus dedos la victoria, hasta que apareció la figura de Kevin Streelman para poner las cosas en su sitio.
Weekley salía en 35º posición y comenzaba fallando un birdie con el putt a poco más de un metro. Su última victoria fue en 2008, y este error pareció espolearlo. Para cuando había finalizado sus primeros 9 hoyos, jugaba en -3, y finalizaba los otros nueve con -5. Una ronda para grabar y dar lecciones de golf. Jugó por encima de la media y esto permitió que el norteamericano tuviera aspiraciones al título. Hasta que Streelman firmó un birdie en el 17 que superaba lo conseguido por Weekley, y no dejaba lugar a sueños al cerrar el 18 sin opciones a un playoff.
Se rompía el sueño de Weekley de volver al camino del triunfo, y se cumplía el de Streelman, que tras 10 años de trabajo duro, jugar los mini tours de USA, trabajar como monitor, caddy y limpiando palos en los clubs y disputar 153 torneos del PGA, gana su primer título sobre la hierba de Innisbrook.
Sergio García cerraba su vuelta con 69 golpes, y con un total de -5, acabando en séptima posición.