En 2026 Riversa cumplirá 50 años como empresa importadora y distribuidora de soluciones para el mantenimiento profesional del césped y conmemorará los 48 años de relación profesional con Toro.
Esta relación impecable durante casi cinco décadas ha estado dedicada a aportar valor. En el imaginario del sector sobrevuela el proceso de fabricación de las muchas unidades de Toro que se sirven a lo largo del año, pero nunca se ha relatado en detalle cómo es el viaje que sigue una máquina desde que se fabrica en Wisconsin hasta que llega al mercado español.
El viaje de tres meses, que no es solo geográfico, sino también logístico y técnico, se inicia en la planta que Toro tiene en la ciudad de Tomah, donde se fabrican las máquinas que una vez embaladas y paletizadas —pero no montadas— se organizan para optimizar el espacio en los contenedores marítimos.
Empiezan los desplazamientos
El contenedor se traslada por vía férrea y tráiler hasta el puerto donde, una vez embarcada la mercancía, empieza su andadura en el carguero. Y no viaja solo. La capacidad de estos barcos impresiona. La silueta de contenedores, que a veces se avistan en el mar, conforman un tetris de hasta 8.000 piezas repleto de productos que rezan made in USA. El viaje marítimo de Fort Lauderdale hasta Algeciras dura aproximadamente entre 8 y 10 semanas. Esto si hay suerte y el barco no varía la ruta y decide realizar cambios de escala.
Una vez estibado, el contenedor inicia el fascinante proceso del paso aduanero. Además de los inevitables trámites, que pueden variar según la saturación del puerto, hay que barajar las posibles inspecciones y la disponibilidad de transporte terrestre.
«Son variables que escapan a nuestro control y pueden añadir demoras imprevistas. Por eso suelo simplificar este asunto, explicando que nos encontramos a unos tres meses de la fábrica. Esto es más significativo para los clientes, que decirles que la fábrica está a 5 o 6 mil kilómetros». Así lo explica Arturo Ortiz, director del departamento de compras de Riversa y gran conocedor de las dinámicas implicadas.
Una vez salvada la frontera y contratado el porte, el contenedor es recibido en las oficinas centrales de Riversa en Marbella por su equipo de profesionales de almacén.
Comienza una nueva etapa
Cada semana, según la llegada de contenedores, se planifican las tareas de montaje en función de las entregas programadas, disponibilidad de componentes y accesorios, acuerdos con los clientes y capacidad logística para el transporte. Todas estas tareas entran dentro de un cuidado proceso de cadena de suministro perfectamente definido en su sistema de calidad, certificado según la ISO 9001-2000 e implantado en la empresa desde hace 25 años.
Una vez realizado el montaje, se repasa cada unidad según lo estipulado en los PDI (Pre Delivery Inspection) de los fabricantes, para intentar asegurar que todos los componentes estén bien colocados y perfectamente ajustados, según los requerimientos (Fine Tuning) solicitados por cada cliente.
El trabajo entre el departamento de compras, ventas y taller es continuo y fundamental para que todo fluya con rapidez y sin demoras.
En este meticuloso proceso hay una variable a tener en cuenta. Los fabricantes trabajan con sistemas de producción justo a tiempo, por lo que no es extraño que un mismo pedido llegue en varias tandas. «Cuando el cliente acepta entregas parciales, podemos ir adelantando parte del trabajo. Pero si exige que toda la maquinaria se entregue al mismo tiempo, debemos esperar a tener todas las unidades, lo que puede dilatar los plazos», señala Ortiz.
Otra casuística habitual es que una máquina venga separada la parte motriz de los accesorios en dos contenedores distintos, con la consiguiente demora y desajuste en el proceso de montaje y entrega.
Aunque gran parte de las operaciones en el sector del golf se planifican con antelación, existen muchísimas reposiciones puntuales o compras de última hora. Para poder dar una respuesta ágil a este tipo de pedidos, Riversa mantiene un stock estratégico de los modelos más habituales, aunque, lograr anticiparse y servir todas las posibles combinaciones de maquinaria, no siempre es posible. La diversidad de campos, tipos de césped, requisitos específicos dan lugar a una gran cantidad de configuraciones y resulta complejo dar respuesta a cada petición.
El viaje se acerca a su tramo final. La máquina está lista para ser enviada. El equipo de almacén ultima y coordina con la agencia de transportes, mientras el responsable comercial agenda la fecha de entrega con el campo de golf.
Llegó el gran día
El tráiler amanece en las inmediaciones del club y la pluma que asistirá la descarga también ha llegado. Una vez el greenkeeper del campo o algún miembro de su equipo indican la zona donde depositar la o las máquinas, el mecánico de Riversa coordina la operación. La segadora de calles toca suelo. Ha llegado. Está lista para ser presentación y empezar a trabajar.