Javier Varela es un malagueño afincado en Madrid, jugador profesional de golf y técnico deportivo. Dirige y presenta desde hace 5 años el programa de viajes Ruta 21 en CANAL+Golf, de Canal Plus y en este reportaje colabora con Golf Circus, acercándonos uno de los destinos elegidos por su programa.
«Desde que arrancara Ruta21 allá por 2009 siempre hemos buscado rincones especiales fuera de España. Cada año emitimos doce capítulos, de los cuales intentamos que 2 ó 3 sean en el extranjero. Cierto es que, en España, tenemos una importante oferta de golf y ocio, pero de vez en cuando al golfista le gusta salir, como jugador y como turista. Conocer campos es conocer mundo.
Practicamos un deporte en el que tenemos la inmensa fortuna de no encontrar, ya no digo dos campos, ni si quiera dos hoyos iguales, en todo el mundo. Con esto quiero decir que, un tenista ya juegue en la central de Wimbledon ó en la de Roland Garrós, su terreno de juego será una copia exacta a la pista del polideportivo de su ciudad. Los golfistas tenemos esa suerte. Cada tee de salida, cada dog-leg, cada bunker y cada green, todos son únicos en este mundo. Cada campo tiene su olor, sus vientos dominantes y su esencia. Cada campo nos transmite algo. Podemos decir, que están vivos.
Por eso un golfista necesita viajar, para seguir descubriendo, para vivir la experiencia de cada recorrido y de cada ciudad que lo envuelve. Así cuando recuerde un hoyo de Turnberry recordará la cerveza Best que se tomó al terminar, y cuando recuerde un hoyo de Tecina Golf se acordará de las papas con mojo que allí pudo degustar. Y es que para un golfista viajar es mucho más que jugar al golf.
Este año hemos cumplido 60 programas y, Ruta21 nunca había visitado el corazón del Caribe. Lo más cerca que habíamos estado fue el año pasado en nuestro capítulo de Miami.
Nuestro vuelo de Air Europa nos esperaba en la T1 de Barajas para invitarnos a cruzar el charco una vez más. Sobrevolar el Atlántico en Bussines Class es sencillamente diferente, y es que en un vuelo de más de 8 horas, el descanso, el bienestar y las atenciones en la cabeza del tubo son dignas de probar al menos una vez en la vida. Tomamos tierra en Punta Cana antes de la hora programada y Welcome, nuestro receptivo en la isla, hacía honor a su nombre para llevarnos directamente al Hotel Belive Collection Punta Cana. Una rica cena y a descansar.
A las 6:30h, mi compañero, el operador de cámara Álvaro Delgado y yo ya estábamos en pie por varios motivos. El primero el cambio horario, el segundo debido a lo temprano que amanece y el tercero por la ilusión de comenzar ya a filmar cuanto antes. Bajamos a la playa, que estaba a escasos 30 metros de la habitación, para comenzar a respirar la esencia del caribe. Ya estábamos allí y nos gustaba lo que veíamos.
El Hotel Belive Collection Punta Cana nos ofrecía unos planos tan bonitos que realmente nos deleitamos con sus rincones, sus restaurantes y su playa. Montamos la grúa en la piscina y creo que conseguimos unos planos muy especiales. Esa misma tarde probamos con una experiencia algo más atrevida. “Punta Cana Buggies” nos retaba a probar un recorrido en estos divertidos 4×4, visitando Las Cuevas de Santa Ana donde puedes bañarte en sus pozas, para posteriormente desembocar en la Playa de Macao y contemplar una puesta de sol de esas que no se olvidan.
Tras un día más disfrutando en Punta Cana, la noche dominicana nos tenía guardada una sorpresa. Puedes ir a un musical, al cine, a un concierto, al circo ó de copas. O puedes ir a Coco Bongo y tenerlo todo. La calidad de todos los artistas que forman parte de este elenco son absolutamente deslumbrantes.
Evidentemente estábamos ansiosos por probar los campos de golf que habíamos escogido en este capítulo de Ruta21. Viajamos por carretera 45 minutos en dirección Oeste hasta llegar a Bayahibe. Nuestro segundo hotel de descanso fue el Belive Collection Canoa, otro cinco estrellas situado a tan sólo 15 minutos de La Romana y de los campos de golf que visitamos.
Casa de Campo es uno de los resorts más distinguidos del mundo. Una privilegiada extensión de paraje natural que alberga, entre otras muchas cosas, 4 campos de golf diseñados por el mítico Pete Dye, visitamos los dos más emblemáticos, Dye Fore y Teeth of the Dog. Coronando la finca se sitúan Los Altos de Chavón, una pequeña acrópolis construida en piedra cuya arquitectura está inspirada en una aldea Mediterránea del siglo XVI. Allí mismo encontramos la casa club y el tee del 1 de Dye Fore.
Hay campos de golf que realmente te sorprenden. Podemos decir que el entorno de este campo es uno de los más espectaculares que veremos jamás. Pete Dye firmó aquí un diseño exigente que sumado a un mantenimiento exquisito, dan como resultado esta obra de arte. Nada como jugar los hoyos del acantilado para contemplar el Río Chavón y las aves que bailan en sus corrientes de aire. Teeth of the Dog es el contrapunto perfecto a Dye Fore. Con gran parte de sus hoyos lindando con el mar, el diseñador optó por hacer de Diente de Perro un campo más asequible en el que el jugador pudiera deleitarse contemplando el caribe y escuchar las olas rompiendo a escasos metros.
Tras una ronda doble de golf volvemos al hotel para dejar que nos mimen. El Belive Collection Canoa nos tenía preparado una sesión de Spa que nos cautivó para siempre. Masaje y circuito termal al aire libre, una sesión de descanso en plena naturaleza. Tras la experiencia, el chef de hoteles Belive seguía mimándonos con sus creaciones más suculentas, algunas dominicanas y otras con fusión internacional.
Antes de partir hacia la capital teníamos preparada una última excursión en La Romana. Desde la Playa de Las Minitas, en Casa de Campo, parte cada día un barco hacía Isla Catalina, uno de los mejores lugares para la práctica del snorkeling y un lugar paradisiaco donde disfrutar de una de las playas más puras del Caribe.
Tras casi una semana en la isla se acercaba el final de nuestro viaje. Cita obligada en Ruta21 es conocer la parte cultural y arquitectónica de cada destino. Santo Domingo nos invita a visitar su parte colonial que, a modo de fortaleza, se alza para ofrecernos rincones con mucho encanto como la Plaza de España, la Catedral, la Plaza de Colón y diversos museos y bares en los que relajarse en sus terrazas. Un aroma bohemio y tranquilo que merece la pena saborear.
Como síntesis, me voy de esa maravillosa isla con la obligación de contribuir a eliminar la imagen que tienen muchos españoles de este lugar desde hace algunas décadas. La República Dominicana es mucho más que una pulsera en alto para pedir una piña colada. Es una isla con magia, con espacios naturales de belleza única y con una variedad de actividades infinita. Los dominicanos son una gente extraordinaria y el golfista se sentirá allí mejor que en casa. Por todo esto y por mucho más, dicen que la República Dominicana, lo tiene todo”.