Partían en la última jornada del KLM Open como líderes Graeme Storm, cuya última victoria fue en 2007, Pablo Larrazábal, acostumbrado a lidiar en este tipo de luchas en la última jornada, Gonzalo Fernández-Castaño y Scott Jamieson.
Pronto se vislumbró que la posición de Storm peligraba. No es un jugador habituado a este tipo de situaciones. No está cómodo con presión y hace ya algún tiempo que no genera oportunidades de victoria.
Caso contrario el de Pablo Larrazábal, quien se quedaba a dos golpes para empatar con Peter Hanson, quien se haría con la victoria del KLM Open. Pablo no tiene un gran swing, ni un alto porcentaje en coger calle o greenes, pero su actitud es su punto fuerte.
Larrazábal perdía el liderato ante el sueco Hanson a la altura del hoyo15. Pero no cedía ni un ápice en su lucha por la victoria. Al catalán le gusta jugar en este tipo de «aguas», con presión y sintiendo que todo es decisivo. Como lo fue el eagle de Peter Hanson en el 18. Un golpe fulminante y decisivo, como lo fueron todos. Al contrario de Pablo, Hanson si consiguió embocar sus putts y dar los golpes correctos en el momento adecuado. Y no es que haya jugado a un nivel excepcional este torneo, pero ha dado el golpe debido en cada ocasión pertinente. Un ejemplo, el hoyo 16. Fallaba la calle, llegando al punto de pedir un dropaje que retuvo el juego algún tiempo. Su segundo golpe, no fue tampoco muy útil, pero su tercer impacto tirado al green, dejó un golpe de putter fácil. Quizás no esté al máximo de su nivel ni potencial para la Ryder, pero es el tipo de jugador desequilibrante que puede decidir una victoria como ha demostrado en este torneo.
Gonzalo Fernández-Castaño no pudo aprovechar su coliderato para crearse una buena opción de victoria finalizando con 73 impactos en quinta posición junto a Graeme Storm.