Entre el azul del Mediterráneo y los campos dorados del interior alicantino se extiende Lo Romero Golf, un paraíso verde suspendido entre el mar y la montaña. Situado en Pilar de la Horadada, en el extremo sur de la Costa Blanca, este recorrido de 18 hoyos ha sabido mantener algo que muchos destinos pierden con el tiempo: la sensación de estar jugando en plena naturaleza, rodeado de calma, luz y horizonte.
Un paraíso verde suspendido entre el mar y la montaña
El campo se abre paso entre suaves colinas cubiertas de pinos, olivos y tomillo, donde el viento y los aromas mediterráneos acompañan al jugador en cada golpe. Desde el primer tee se respira serenidad. Las vistas son amplias, el silencio solo roto por el sonido limpio del swing, y cada hoyo parece diseñado para recordar que el golf, aquí, es una experiencia que va más allá del juego.
Pero si hay un rincón que define el carácter de Lo Romero, ese es su hoyo 18, una auténtica joya que los aficionados conocen como “la isla del Mediterráneo”. Su green, completamente rodeado de agua, ofrece un final tan bello como desafiante: un golpe de precisión, un suspiro de expectación y, al fin, la recompensa de ver la bola rodar sobre un tapiz perfecto. No es casualidad que este hoyo figure entre los más fotografiados y comentados del Levante español.
El recorrido, perfectamente integrado en el entorno natural, combina hoyos amplios y técnicos con otros más estratégicos, ofreciendo diversión y reto a partes iguales. Sus fairways son generosos, sus greenes rápidos, y lo mejor, da igual cuándo se juegue, cada temporada ofrece la misma imagen impecable, fruto de un mantenimiento constante que muchos consideran su sello de identidad.
Lo Romero no es el campo más mediático de la zona, y quizá ahí resida parte de su encanto. Su popularidad no llegó por campañas ni grandes titulares, sino por algo mucho más poderoso: el boca a boca. Los propios jugadores lo han convertido en el recorrido que “hay que jugar”, el mejor valorado por quienes buscan una experiencia auténtica, sin artificios.
Su apuesta por la sostenibilidad también se nota y se agradece. La flora local marca los colores del paisaje, el uso eficiente del agua cuida recursos sin renunciar a la calidad del césped, y la sensación general es la de un campo que convive con su entorno sin imponerse.
Campo de prácticas: practicar, practicar
Lo Romero no solo invita a jugar, sino también a practicar. Su campo de prácticas, amplio y luminoso, permite al golfista afinar su swing en un espacio diseñado para mejorar con calma. Dispone de tres plataformas de juego largo sobre césped natural, con capacidad para más de treinta jugadores al mismo tiempo, zona cubierta, búnkeres de prácticas, un chipping green para el juego corto y dos putting green para perfeccionar el putt.
Durante los meses más cálidos, las plataformas de césped natural se habilitan para recrear la sensación de juego real. Se puede acceder a pie o en buggie, siempre con la atención personalizada del personal del club, dispuesto a ajustarse a las necesidades de cada visitante.
Academia: aprender o perfeccionar el swing
Quienes deseen aprender o perfeccionar su técnica encuentran en la academia de Lo Romero un entorno ideal. Sus profesionales, con una amplia experiencia tanto en la enseñanza como en la competición, imparten clases adaptadas a cada nivel. Aquí es posible iniciarse desde cero o perfeccionar el juego gracias a una metodología amable y eficaz. Las clases pueden ser individuales o colectivas, con programas para familias, grupos o empresas, revisiones de swing y salidas organizadas al campo. Aprender en Lo Romero es tan gratificante como jugarlo.
La Terraza: sabor mediterráneo con vistas al campo
Y cuando termina la partida, el mejor plan es sentarse en “La Terraza”, un espacio con encanto desde el que se domina parte del recorrido y el green del 18. Desde allí se puede seguir el juego de los últimos jugadores mientras se disfruta de la brisa y las vista al gran pinar que rodea el campo.
Más allá del golf
El entorno de Lo Romero también es un regalo. A pocos minutos se encuentran las playas de Torre de la Horadada y el encanto natural del Mar Menor, con sus salinas y arenales. La zona ofrece también una excelente gastronomía de pescado y marisco fresco, mercados locales, pueblos tranquilos y rutas para descubrir una Costa Blanca más auténtica. Todo ello bajo un cielo que garantiza más de trescientos días de sol al año.
Gracias a su ubicación, Lo Romero está perfectamente comunicado: el aeropuerto de Alicante-Elche se encuentra a apenas treinta y cinco minutos y el de Murcia, a veinticinco. En los alrededores abundan hoteles, resorts y apartamentos pensados para golfistas, muchos de ellos con acuerdos especiales para quienes vienen a jugar.
Jugar en Lo Romero Golf es vivir una experiencia diferente, una fusión perfecta entre deporte, paisaje y hospitalidad mediterránea. Es un campo con alma, pensado para disfrutar sin prisas, donde cada golpe tiene su eco en el silencio del entorno. Porque hay lugares donde se juega al golf… y otros, como Lo Romero, donde el golf se siente.










