La evolución del juego del golf ha estado íntimamente ligada a la evolución del material utilizado y, muy particularmente, a las bolas empleadas. Ya en 1618 el Rey Escocés James VI muestra interés sobre la cantidad de oro y plata que era transportada al exterior para la compra de bolas de golf. La popularización del juego y el número, cada vez más elevado de practicantes, consiguió que la cantidad de divisas que salían del país fuese, ya en ese momento, significativa. Ejemplo de esto, es que, a finales del siglo XV, la ciudad de Bergem op Zoom, en el sur de los Paises Bajos, exportaba barriles de bolas con destino a Escocia.
Uno de los documentos más curiosos que incluye la colección, The Key Documents of the Early History of Golf, es la carta de Licencia a James Melville, conservada en los Archivos del Parlamento Escocés. En 1618 el Rey, accedió a otorgarle a éste la licencia para comenzar la fabricación de bolas de golf en Escocia. James era el Quater Master (persona encargada de la intendencia de materiales) del Conde de Morton y aunque él no manufacturaba las bolas, sí contaba con una red de socios y proveedores, los cuales, podrían arrendar los derechos de esta licencia a los artesanos especializados del momento. Sólo una condición, todas las bolas deberían llevar su sello.
Las bolas fueron evolucionando partiendo de bolas de madera, que eran usadas en juegos practicados sobre hielo. Las primeras bolas de las que tenemos gran cantidad de material documental fueron las featherie ball. Hacer este tipo de bolas no era fácil ni barato. Uno de los artesanos más famosos del momento era Alan Robertson, Tom Morris fue aprendiz suyo, y existe documentación que nos muestra que ya en 1840 consiguió hacer 1.021 bolas, 1.392 en 1841 y 2.456 en 1844. El precio medio para las bolas de calidad era de unos 5 chelines, una corona, aunque se podían conseguir featheries de menor calidad a mitad de precio.
Dado que el Golf era originalmente un deporte de invierno (la hierba se conservaba corta naturalmente), las bolas se humedecían por el contacto con la hierba y la cubierta de piel se reblandecía. Al ser golpeadas, perdían su forma esférica rápidamente lo cual, dificultaba su vuelo y, sobre todo, la forma de rodar a la hora de embocar.
Con estas bolas fabricadas por Alan Robertson, los jugadores conseguían un vuelo más alto y más distancia. Existe documentación que nos muestra que, en un test efectuado en Glasgow en 1786, John Gibson logro con 5 drives una distancia media de 193 yardas. Una curiosidad más, el record oficial con este tipo de bola lo tiene Samuel Messieux quien desde el green de Hole O´Cross consiguió 361 yardas, dejando la bola en Hell´s Bunker en el Old Course de St. Andrews. Este tipo de bola fue la más utilizada hasta mediados del siglo XIX cuando apareció de Gutta Percha Ball y esta sí, lo cambio todo.
Hasta este momento existían sólo 15 campos de golf de los cuales, 14 estaban situados en la Costa Este escocesa (Leith, North Berwick, Montrose, Musselburgh, Montrose, St. Andrews, Gullane, Carnoustie, Aberdeen, Dunbar, Lundun Links, Fortrose, Scotscraig, Kingsbarns) y uno en Londres, Blackeath. En 1900 existían 2.300 campos de golf en el mundo. Este tremendo salto fue posible gracias a la facilidad en la producción de estas bolas y su abaratamiento. Las bolas comenzaron a volar más alto que las featherie y a conseguir más distancia lo que hizo que el juego fuera incluso más atrayente para la gente.
La aparición de este nuevo tipo de bola, más fácil de fabricar, más barata y más difícilmente deformable, significó un claro riesgo de pérdida de negocio para los artesanos especializados en la elaboración de las featherie balls. Se sabe que Mr. Robertson solía pagar a los caddies del Old Course para que le entregaran las bolas de gutta percha que encontraban para destruirlas. Old Tom Morris, no estaba de acuerdo con esta práctica, lo que provocó duros enfrentamientos entre ambos. Así Morris, decidió abrir la tienda que está aún situada junto al green del 18 en el Old Course para comenzar a venderlas. Estas nuevas bolas también significaron un cambio en las necesidades en cuanto a palos de los jugadores.
*Fuente: Carta de Licencia a James Melville, 1618. Archivos del Parlamento Escocés