Uno de nuestros iconos gastronómicos en el mundo, son, sin duda, las tapas o pinchos. Pequeñas porciones de comida, ideados para comerlos de un bocado, son auténticos tesoros gastronómicos y pueden esconder la mayor dificultad técnica o limitarse a un trozo de jamón sobre pan.
En Golf Circus, los que nos leen habitualmente lo sabrán, tenemos una sección dedicada a la gastronomía. En ella, a lo largo de nuestros 30 números ya, hemos visitado restaurantes con Estrellas Michelín y entrevistado a varios famosísimos cocineros. En este número queríamos reivindicar, no ya el papel de las tapas o pinchos, que también, sino, su carácter representativo en la gastronomía española porque resume perfectamente nuestro dogma gastronómico: la sencillez y la compañía.
La tapas y pinchos no son sólo comida, sino una forma de comer, una manera de entender la vida y de compartir. La cultura de barra entorno a estos pequeños platos y siempre en compañía, son una magnífica opción para terminar una ronda de golf. Así que en esta ocasión hemos estado “de pinchos”, en uno de los sitios más populares, La Taberna del Pintxo, con locales en Málaga y Marbella.
La Taberna del Pintxo nace en el año 2002 de la fusión de la cocina del norte de España, sus famosos “pintxos” permiten probar una gran variedad de excelentes combinaciones y pequeños bocados fríos o calientes, con el tapeo típico andaluz.
Durante más de 15 años, en La Taberna del Pintxo, tanto en su local de Marbella como en el de Málaga, ubicados en sitios estratégicos de ambas ciudades, han servido sus pequeñas obras de arte culinarias hasta conseguir una amplia variedad con combinaciones de sabores y texturas que siguen sorprendiendo a una clientela entusiasta de esta forma divertida y simpática de entender el tapeo. Esta alta cocina en miniatura, es elaborada diariamente con productos de mercado: carnes, pescados y verduras, frescas y de temporada. El formato estándar de sus pinchos va sobre una rebanada de pan, para el resto, usan pequeños envases de diversos formatos, por lo que éste se hornea cada mañana en sus propios restaurantes, lo que garantiza un pan recién hecho y crujiente, parte importantísima de cualquier pincho que se precie.
Pero entrar en La Taberna de Pintxo, es entrar a formar parte de la liturgia de los bares y restaurantes de pinchos, en los que, lo primero que haces es ponerte en la barra a intentar decidir por cual empezarás mientras salivas. Sus maravillosos pinchos fríos, se encuentran en expositores en la barra, para que los clientes se sirvan ellos mismos. Mientras que los suculentos pinchos calientes, salen recién hechos de su cocina y son exhibidos por su personal que recomiendan a la clientela, según gustos y preferencias.
Y después de toda clase de delicias culinarias con buen vino, no hay fin de comida bueno sin el postre y en La Taberna del Pintxo, el postre no desmerece a lo probado anteriormente. Tienen una amplia carta de postres en tamaño miniatura de los que puedes comerte más de uno, si has
dejado hueco. Ente ellos, su arroz con leche, su mousse de chocolate blanco y arándanos o su chocolate al horno, al que te entran ganas de adoptar.