Para Jason Dufner, la profesión va por dentro. No tiene otra explicación. Ganaba su primer título en el PGA Tour, el Zurich Classic, y ni un solo aspaviento, ni una sola muestra de euforia. Celebraba su debut ganador elevando el brazo ligeramente y se dirigía a su más directo competidor, el sudafricano Ernie Els, para darle la mano. Como si tal triunfo no tuviera excesiva importancia, o como si solo fuera una victoria más de las que pueden llegar. Con esta victoria, acalla las críticas y las dudas sobre su incapacidad de jugar bajo presión. Y es que lo habitual para el jugador nacido en Ohio, EE.UU, es llegar a las rondas finales como líder, o al menos entre los principales jugadores con opciones, pero no es capaz de sentenciar. En sus últimas 15 participaciones, le ha ocurrido en tres ocasiones. La última vez, quizás la de mayor importancia fue en el PGA Championship, donde cedió frente Keegan Bradley en play off.
Esta vez no iba a ser así. Se iba a enfrentar a sus demonios internos y superar esa línea que le había impedido hacerse con la victoria en varios torneos. No iba a ser fácil. Ernie Els, el veterano jugador sudafricano, ponía toda la carne en el asador y alcanzaba al norteamericano en los primeros nueve hoyos. Y es que tener varios frentes abiertos en la final de cualquier tipo de deporte, no suele traer buenas cosas. Los fantasmas de otros torneos se presentaban a Dufner en el hoyo 16, donde mandaba la bola al agua desde el tee. Y posiblemente, ahí estuvo el punto de inflexión en la mente de Jason. ¿Permitiría que la presión volviera a emborronar una tarjeta que estaba destinada a ser el pase a la victoria? La respuesta fue un golpe milagroso sobre el TPC Louisiana de Nueva Orleans que le valía para mantener el empate en el marcador, empate que obligaría a ambos jugadores a disputar un play off. Más presión. Más fantasmas recordando el PGA Championship pasado. A lo que Dufner respondió con más coraje y con un putt para birdie en el segundo hoyo de desempate.
En tercera plaza del Zurich Classic se situaba Luke Donald, que recupera el número uno del ranking mundial y relega a la segunda posición a Rory McIlroy.