El caso de Graeme McDowell, campeón del U.S. Open y ganador de varios títulos en 2010 se empezaba a antojar extraño. Un jugador con su tesón, corazón y excelente juego no podía estar mucho más tiempo alejado de la victoria. En la Ryder Cup de 2012, era su voz y disposición a animar a sus compañeros. Por lo que se percibía echando la mirada atrás, pudiera ser que fuera el único trofeo que el jugador norirlandés tocara este año. Pero la sonrisa de McDowell ha vuelto a reflejarse en su cara tras su victoria en el World Challenge, en el Sherwood Country Club.
Finalizó en el último día con una tarjeta de 68 golpes, dejando a tres golpes al norteamericano Keegan Bradley. McDowell no podía acabar mejor la temporada, con una victoria que le devuelve la confianza para afrontar una nueva temporada. Y que tiemblen sus competidores si vuelve el Graeme de 2010. Los números de este último torneo permiten atisbar que puede ser así, y su dominio con el putt, también. Los 41 hoyos consecutivos sin ni un solo bogey en su tarjeta, y una alta tasa de acierto con el putt son muestras de ello. Cierto que ha tenido algún error desde el tee, pero ha sabido corregirlo o compensarlo con otras virtudes.
Bo Van Pelt a cuatro golpes del ganador fue tercero, mientras que Jim Furyk, Rickie Fowler y Tiger Woods fueron cuartos con menos nueve.