En esta edición del Arnold Palmer Invitational parecía que estaba todo decidido. Durante las tres primeras jornadas el juego de Adam Scott era incontestable. Parecía que la primera victoria de la temporada del australiano era inminente, pero dejó escapar un torneo que dominaba por tres golpes de ventaja a falta de dieciocho hoyos entregando una tarjeta impropia para los registros del jugador.
Scott igualó el jueves el récord de Bay Hill con una vuelta de 62 impactos (menos diez) con un juego corto perfecto, algo poco habitual en su juego más basado en su driver y sus hierros. Y en la última jornada, su estadística con el putter volvería a sus fueros, rompiendo la buena racha en este torneo. La bola pasaba cerca del hoyo, pero no conseguía embocar. Así llegarían los bogeys en el uno y en el tres, y se repetirían en el siete, el catorce y el diecisiete para desesperación del número dos del mundo que cerraba su vuelta con 76 golpes.
Matt Every no había dado muestras de tener opciones a la victoria. Desde luego, no llegaba al nivel presentado por Scott en los primeros días del torneo. Every no había ganado nunca en el PGA Tour, pero cinco birdies con los que echó a un lado a Keegan Bradley, y una tarjeta de 70 golpes fueron suficientes para hacerse con su primer título.
Foto: Geoff Bolte/Replay Sports