Segunda parte del reportaje sobre periodistas que nos acercaron la figura del mítico jugador Severiano Ballesteros. Isabel Trillo Amores nos cuenta sus vivencias:
Me llamaréis nostálgica, diréis que soy muy ñoña, pero hay fechas y lugares que perviven en la memoria. No había pisado su casa desde el 20 de agosto de 2008, apenas dos meses antes de que cayera enfermo. Hoy he vuelto a entrar en su sala de trofeos, y me han venido todos esos recuerdos, de las veces que estuve en el green del 18 y fui testigo de algunas de sus victorias.
Hace poco oí una frase que me dejó huella: “la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos” Y si es así, quiero, elevar mi vista al infinito y recordar al que fue un gran amigo, un gran ‘Maestro’, uno de los más grandes jugadores de golf que ha dado este planeta… hasta el momento. Sí. Hablo de Seve Ballesteros.
He escrito tanto sobre ti, que no sé cómo empezar esta nueva columna, que no sea con la típica frase: Te echo de menos. Añoro, tu genialidad, tu juego, tu presencia, tu carisma, tu amistad. Y me permito el lujo que considerarme tu amiga porque así me lo dijiste y me lo demostraste en sobradas ocasiones. En los buenos momentos, cuando triunfabas por todo el mundo, cuando me permitiste la entrada al vestuario de la Ryder Cup de 1991, cuando me abriste las puertas de tu casa ese mismo año para, junto al gran fotógrafo Carlos Miralles, atendernos en la primera entrevista que te hice para El Magazine de El Mundo, que había nacido unos meses antes.
En los malos momentos, cuando tu juego empezaba a decaer, cuando murió mi padre durante el Masters de Augusta, cuando te retiraste en Carnoustie, cuando nos vimos en Irlanda con motivo del proyecto de un campo de golf y me mostrarte las cicatrices de un accidente de tráfico que sufriste, un mes antes (era el año 2008). Hasta la última vez que te entrevisté con motivo del 70 Aniversario de Marca. Fue en agosto de 2008, apenas mes y medio antes de que el cáncer te golpeara tan duro y por sorpresa en el Aeropuerto de Barajas.
Me siento orgullosa de haber compartido contigo tantas horas de grabadora, de amistad, de sesiones de fotos, de entrevistas, de confidencias, de apoyo. Chistes, sonrisas, historias, recuerdos, anécdotas y recuerdos, muchos recuerdos paseando por la playa de Somo, donde me explicaban cómo jugabas con la marea baja con aquel hierro 3 que te regaló uno de tus hermanos. Manolo, creo recordar.
El torneo de Pedreña del circuito nacional que lleva tu nombre ha terminado. Una semana llena de emociones y de amigos que te siguen recordando. En aquella playa donde comenzó la leyenda, tus hijos Miguel y Javier, que siguen tus pasos, y los profesionales españoles te rindieron un sentido homenaje; aunque supongo que lo habrás visto, allá donde estés.
Y pronto empezará la Ryder Cup, que este año se juega en París y eso es, gracias a ti. Revolucionaste un torneo que se moría, allá por el año 79. Cuando tú y Antonio Garrido le distéis otro aire a esta competición que hoy se ha convertido en el tercer evento deportivo más importante del mundo, tras el Mundial de Fútbol o los Juegos Olímpicos.
En fin, son tantas las cosas que has hecho por el golf, que nombrarlas en esta columna sería ya muy largo. Es más, me guardo más cosas para el año que viene.
La vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos. Hasta siempre, amigo
Por Isabel Trillo Amores