J. B. Holmes se impuso por la mínima en el Quail Hollow, donde conseguía su tercer título del PGA Tour, el Wells Fargo Championship.
Holmes lideraba al inicio de la última jornada con una ventaja de dos golpes sobre su más inmediato rival, Phil Mickelson, que había obtenido una tarjeta con 63 impactos en la jornada anterior y que lo situaba entre los favoritos al título. Pronto se vería que el jugador zurdo no tendría el mismo día con el putter, finalizando con 76 golpes en la cuarta jornada y finalizando en undécima posición.
Jim Furyk apareció entonces con cinco birdies y un eagle y se convertía en un serio aspirante a la victoria. Con una tarjeta de 65 golpes, el veterano norteamericano ponía el -13 como número a batir.
Holmes llegaba al tee del 16 como líder, manteniendo sus tres golpes de ventaja, sustentados por cuatro birdies y un solo bogey, pero la salida desde el tee de este hoyo no fue la correcta, ni la consecución de golpes y firmaba un bogey que daba más opciones a Furyk que ya se encontraba en casa club.
La seguridad de Holmes parecía hacer aguas. En el 17 fallaba en el green y se la jugaba con un putt de 2 metros que embocaría para mantener dos golpes “de colchón”, que serían muy valiosos en el hoyo final.
El 18 fue un hoyo muy tenso para Holmes. Su tercer golpe era un approach que no conseguía dejar la bola en el sitio deseado en el Green y le dejaba un putt de 15 metros para par, pero el jugador que empezaba como líder acababa como tal y se alzaba con la victoria. Por un momento, Holmes debió recordar como hace un año un accidente de patinaje parecía alejarlo por completo del golf tras dos operaciones en el cerebelo y secuelas en el codo y tobillo.