Celia Barquín tenía toda una vida por delante y se la arrebataron, aunque su recuerdo sigue más vivo que nunca en todos los campos de golf. Ahora, con el estreno del biopic, “Todas las cartas a Celia”, todos empiezan a saber más de la que se está convirtiendo en leyenda en los campos de golf de todo el mundo. El reconocimiento más próximo, será el 25 de mayo en El Gran Premio María Villota en Madrid, donde se le hará un homenaje a Celia Barquín, y donde estarán sus padres, Miriam Arozamena y Marcos Barquín, sus “dos ángeles de la guarda», que patean cada día los campos del golf de España, dándole brillo a la existencia de su hija. Ambos siguen trabajando día y noche para que el nombre de Celia siga siendo un referente en el golf, tras su fatídico asesinato en Estados Unidos que les dejó sin ella. “Yo he podido perdonar a su asesino porque era un enfermo drogodependiente. Para seguir viviendo el perdón es básico. Es necesario perdonar para sanar y seguir adelante. Yo ya le he perdonado, Perdonar es mucho más fácil de lo que la gente imagina. El perdón también era un legado que Celia intentó transmitir”, nos manifiesta Miriam Arozamena.
Cuando la muerte le sobrevino a Celia, miembro habitual de los equipos nacionales, proseguía por aquel entonces su carrera deportiva en la Universidad de Iowa State –donde cursaba ingeniería civil–, siendo elegida Deportista del Año. Semanas antes de que acabasen con su vida, Celia se había convertido con brillantez en campeona de Europa Absoluta. Mirian y Marcos, hablan de lo duro que está siendo superar una pérdida de esta dimensión. Para ello, han tenido que trabajar en grupos de terapia colectiva con otros padres, que vivieron acontecimientos similares en sus vidas. La catarsis de los Barquín pasa por seguir esculpiendo el nombre de Celia como una seña de identidad en el mundo del deporte.
Y así, la Federación de Golf instauró oficialmente el nuevo premio que lleva el nombre de la jugadora. Tras aparecer el documental, Miriam nos recalca que, “No hubo otro motivo que recordar la imagen de Celia. Estamos todavía en terapia, pero reconforta ayudar a otros padres que han pasado por lo mismo con sus seres queridos. Lo único que nos consuela es que ahora vemos todos los campos de golf con el color amarillo que era el emblema de mi hija y pensamos que nuestro dolor está sirviendo para algo”. Su familia, sus compañeras en la universidad norteamericana y los propios responsables policiales del caso, aparecen en este reportaje que es un homenaje a un gran talento del golf y a un corazón inmenso que dejó los campos demasiado pronto. “Nos está emocionando un montón a su padre y a mi ver como todo el mundo coincide en ciertos matices sobre Celia, gente que entre sí no se conoce y cómo coinciden en tantas cosas sobre mi hija. Es impresionante. Movistar nos hizo la propuesta de hacer el documental sobre la vida de Celia, contada por amigos, entrenadores, su novio, nosotros…Y nos pareció en principio que podría ser algo muy bonito y accedimos a hacerlo. Las entrevistas fueron un poco duras, pero el resultado final del documental creo que ha aportado más luz sobre la vida de Celia, que era lo realmente importante para nosotros y también, sobre la capacidad que todos tenemos de seguir adelante, después de lo que, por desgracia, a muchas familias nos toca vivir cuando perdemos un hijo”. Detalla la madre Celia.
Premio Celia Barquín de Golf
El Andalucía Costa del Sol Open de España, el torneo profesional femenino más importante que se celebra en nuestro país, ya ha entregado por dos veces consecutivas el Premio Celia Barquín con objeto de galardonar cada año a la mejor jugadora amateur que participe en esta emblemática competición. La primera galardonada fue Cata, Cayetana Fernández, amiga de Celia y Campeona del Mundo Junior, que recibió el premio de las manos de Mirian Arozamena en el campo de golf de Villapadierna. «Fue muy emocionante recibirlo- describió Cata, he ido vestida de amarillo en el torneo porque es como ella se vestía siempre. Vamos a seguir toda la vida honrando su memoria, con sus colores y con sus enseñanzas». El segundo premio lo recibió en el campo de golf las Brisas de Marbella, Andrea Revuelta Goicoechea. Mirian y Marcos serán este año también los encargados de entregar el III premio Celia Barquín. Son todo un ejemplo de constancia y tesón en perpetuar el legado que su “pequeña” quiso transmitir al mundo del golf. «Su recuerdo es algo que siempre está presente, que toca y duele, pero a la vez congratula el ver cómo está en el ánimo de las personas que siempre quieren recordarla. Eso nos ayuda. Es una sensación extraña, es como si Celia siempre estuviese planeando a nuestro alrededor con su alegría». Mirian solo recuerda lo feliz que era su hija en Iowa Estate, el campus donde le sobrevino la tragedia. «Con el tiempo hemos visto claro que a pesar de todo lo que ha pasado, si tuviéramos que decidir de nuevo, la volveríamos a enviar a Iowa Estate, porque ese era su sueño. Ahora nosotros intentamos recomponernos como podemos porque ya no está». Su madre nos habla de la impronta de la joven: «Celia tenía mucha garra y ese es su legado. Cuando estamos en un campo de golf y vemos jugar a otras compañeras, vemos también su huella. Era una niña con mucha fortaleza que su propósito era ayudar a los demás. No paran de llegar continuamente cartas a nuestro buzón de gente que la recuerda y siempre con el mismo mensaje: lo mucho que los ha ayudado siempre. Era una niña con grandes capacidades que supo utilizarlas para hacer el bien». Además del premio instaurado por la Real Federación Española de Golf, en mayo de 2022, el Consejo Superior de Deportes concedió a Celia Barquín la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo a título póstumo.
¿Qué tenía Celia?
Celia lo tenía todo. Tenía una sonrisa nunca forzada que iluminaba cualquier habitación en la que estuviera, una sonrisa sincera que podía convertir en hogar cualquier campo de golf. Tenía una pareja, Carlos Negrín, al que había conocido en el campus universitario y que ha quedado mutilado para siempre, tras su perdida. Su hermano Andrés, para el que habría que inventar una palabra que definiera la adoración que sentía por él. Tenía más de un millón de amigos, a los que había enseñado con ilusión a llevar el color amarillo tatuado en su piel. También tenía unas zapatillas y unas chanclas para recorrer las playas de Cantabria y Asturias. Y un diario. Celia tenía un cuaderno donde lo escribía todo y del que forman parte esas bonitas palabras que ahora han salido a la luz en el documental: “Hacer algo bueno por alguien cada día, todo cuenta, todo vale”. Y es que la mayoría de la gente se sigue preguntando: ¿Qué tenía la sonrisa de Celia que a tantos seguidores ha enganchado? Mirian su madre intenta respondernos: “Celia te hacía sentir y te hacía saber que te abría su gran corazón y podías confiar en ella plenamente. Su rostro con su sonrisa desprendía una luz que te daba total confianza. Con su sonrisa mostraba siempre su agradecimiento a las personas, a cualquier persona y por cualquier cosa …Le gustaba sonreír porque no le gustaba nada enfadarse y era su arma más poderosa para no llevarse cosas negativas de nadie. Y lo mismo de su risa … cualquier cosa o circunstancia por nimia que fuese, le servía para manifestarla y contagiar a todos los que estuviésemos a su alrededor”.
El amarillo, su color fetiche
Mirian y Marcos, siguen recibiendo regalos de todo el mundo con los colores amarillos de Celia: «Tenemos en casa unos baúles amarillos, que era su color, y ahí vamos recopilando todas las cosas que van saliendo de ella. En todas sus cosas tenía su lacito amarillo, en las maletas, en sus estuches y por eso la gente hace corazones amarillos cuando nos manda cosas de ella», nos comenta Miriam.
La merecedora de la primera edición del Premio Celia Barquín, Cayetana Fernández, “Cata”, que para recibirlo se vistió de amarillo, declaró: «Celia desde el cielo me manda este premio. Nunca la olvido. Fue una suerte haber ganado este trofeo. Sus padres siempre están pendientes de nosotras. Son unos ángeles. Es como si en nosotras, ellos vieran un poquito de Celia. Tienen mucho corazón y es una suerte tenerlos a nuestro lado porque ellos nos enseñan todo lo que Celia les trasmitió». Ya lo decía Celia, “Todo cuenta, todo vale”.
Amparo de la Gama