Los acontecimientos que se vienen produciendo en el arco Mediterráneo como consecuencia de las revueltas ciudadanas que padecen algunos países de este entorno, están poniendo en valor a nuestro país, y más concretamente a la Costa del Sol, como un destino de garantía.
Durante los últimos años, hemos vivido una especie de éxodo de turistas hacia otros emplazamientos más baratos del norte de África que ha dejado efectos negativos sobre nuestra economía. Ello nos ha obligado a reflexionar y podemos decir sin temor a equivocarnos que hemos evolucionado adecuadamente. Pero a pesar de la evidente renovación de nuestra oferta turística, los efectos de la crisis económica que azota a la mayor parte de nuestros mercados emisores –salvo contadas excepciones- sigue golpeando al turismo. Es evidente que debemos mejorar mucho más, sobre todo las administraciones públicas, que siguen con el paso cambiado y utilizan la crisis como excusa para tapar sus miserias. Sin embargo somos, tanto empresarios como trabajadores, los que estamos asumiendo con nuestro enorme esfuerzo la responsabilidad de coger el toro de la crisis por los cuernos y adaptarnos a los nuevos tiempos.
Y es que en España tenemos unos políticos que ciertamente no nos merecemos. Políticos vagos, incompetentes y mentirosos. Políticos que parecen flotar por encima de los escollos de la realidad. Nada les es adverso, porque todo lo controlan; eso sí, para su propio bien. De derechas e izquierdas; de centro y pa’dentro. No hay desperdicio. Hacemos un campeonato de políticos irresponsables y ganamos por goleada. Y nada de ganar a los puntos; ¡qué leches, por k.o. técnico y en el primer asalto, que para eso son los más chulos ellos!
Presumen de reducir el déficit, y lo hacen a costa de quitarnos de nuestras nóminas lo que con nuestro sudor nos labramos día a día; subiéndonos el IVA a uno de los tipos impositivos más altos de Europa; recaudando a través de impuestos indirectos en productos básicos como los alimentos, la gasolina y la electricidad. Repudian –por ignorancia- la sabia teoría de que “no hay mejor medicina que un buen diagnóstico”. Eso sí, son unos alumnos ejemplares, y los deberes que les marca la Merkel los hacen sin rechistar. Ya me los imagino pegando en la puerta del despacho de la canciller alemana: “Srta. Merkel, Srta. Merkel, ¿podemos pasar?” Y ésta, con un ademán medio de desprecio, medio de lástima, les debe espetar: “¡venga!, ¿qué me traéis?” Para despacharlos al cabo de un cuarto de hora con una palmadita en las espaldas motivándoles con un “¡Buen trabajo chicos; seguid así, apretad las tuercas a vuestros sufridos ciudadanos!”
Y mientras esta pandilla de ineptos se pasean por Europa dando una imagen tan patética, entretanto, deportistas españoles ganan mundiales de fútbol, de baloncesto, de balonmano; ganamos Roland Garros, Winbledom, Tours, Vueltas y Giros; empresas españolas lideran el mundo en energías renovables; los mejores chefs son españoles; Zara viste a medio mundo y al otro medio lo viste Mango; somos líderes en turismo; nuestros investigadores están entre los más cotizados del planeta… Y así podríamos seguir.
Dice la teoría que los políticos son el fiel reflejo de la sociedad. Yo discrepo, porque, ¿alguien me puede decir en qué se parecen nuestros dirigentes a los Iniesta, Nadal, Ferrán Adriá o Amancio Ortega? Por poner sólo unos ejemplos.
Por eso, mientras que nadie me demuestre lo contrario – y que me perdonen quienes se sientan aludidos-, nuestros políticos son lo que parecen: una pandilla de chiquilicuatres. ¡Qué estampa!