En un marco imponente como Finca Cortesín, en la antesala del evento golfístico femenino más importante del mundo, en el hervidero de pasiones en la que ya se ha convertido la Solheim Cup, Carlota Ciganda, única representante española en el equipo europeo, afronta un reto supremo: ganar todos los torneos amateurs y profesionales de importancia celebrados en España.
“Ganar la Solheim Cup en España es el mejor de mis sueños. Quiero ganarla para mi país, para el equipo, para la capitana, sería un recuerdo permanente en mi vida”, manifiesta Carlota Ciganda antes del inminente duelo entre Europa y Estados Unidos, un torneo donde echa de menos la presencia de Azahara Muñoz –“me hubiese gustado que estuviera aquí, en su casa”-, su compañera y amiga desde hace muchos años.
Carlota Ciganda, con seis participaciones en la Solheim Cup, es la segunda jugadora del equipo europeo con más experiencia en estas lides junto a la inglesa Charley Hully, sólo por detrás de la sueca Anna Nordqvist, que ha jugado siete.
El reto de contribuir a la victoria de Europa supone para Carlota Ciganda una recompensa extraordinaria que excede los límites de su historia personal deportiva, íntimamente ligada a la historia del golf femenino español. No en vano, no es que ambos relatos hayan corrido en paralelo en los últimos 23 años, es que la historia del golf femenino español ha sido escrita en una parte muy importante de puño y letra de la golfista navarra.
Todo comenzó en 2000, cuando una niña de apenas 10 años ganaba en Mallorca el Campeonato de España Benjamín. En aquel momento ya imponía su ley con mano de hierro –¡¡sólo 2 sobre par del campo y, atención, 24 golpes de ventaja sobre la segunda clasificada!!–, una actuación gloriosa que convirtió entonces la palabra competencia en una quimera por obra y gracia de un golf que ha ganado en consistencia, solidez e incluso espectacularidad con el transcurso de los años.
Luego llegaron todos, sí, sí, todos los títulos de campeona de España posibles, los de ámbito amateur desde categoría benjamín a absoluta antes de ganar, en una única participación, el Campeonato de España de Profesionales en 2012.
El talento le ha llevado desde entonces muy lejos, a brillar con inusitada fuerza en el Circuito Europeo e incluso en el Circuito Americano, conquistando además por el camino hitos decisivos en su historia personal deportiva y su relación con España. En 2019 ganó por fin un torneo del LET celebrado en nuestro país -el Estrella Damm Mediterranean Ladies Open- y en 2021 completó su gesta al imponerse en el Open de su país, el Andalucía Costa del Sol Open de España.
Un torrente de lágrimas brotó de sus ojos, consciente de haber cerrado un círculo victorioso único en la historia del golf español. Esa historia, sin embargo, impone siempre retos adicionales exclusivos a deportistas de la grandeza de Carlota Ciganda.
De ahí que la navarra enarbolara el “¡Vamos Girls!” para liderar a Europa en la defensa del título conseguido en 2021 en la rueda de prensa previa del torneo. Carlota Ciganda, lo tiene claro al igual que el conjunto del golf español, quiere verse de nuevo brotando lágrimas de alegría al conseguir el triunfo de la Solheim Cup en España, un reto supremo que afrontan sólo los más grandes deportistas.
Una estrecha relación con la Solheim Cup
Carlota Ciganda participó por primera vez en una Solheim Cup en 2013, en Colorado, EE.UU., donde vivió una edición histórica, ya que fue la primera vez que el equipo europeo ganaba en suelo americano. Desde entonces, la golfista española no se ha perdido ninguna edición, cinco en total antes de ésta, con un balance de tres victorias, la referida de 2013 y las de los años 2019 y 2021.
Más detalladamente, Carlota Ciganda ha disputado 19 partidos en la Solheim Cup, divididos en 10 encuentros por parejas Fourball, con un balance de tres ganados, cinco
perdidos y dos empatados; cuatro Foursomes, con una victoria, dos derrotas y un empate; y cinco individuales, con tres ganados, uno perdido y otro empatado.
Con estos números, la golfista española, de 33 años, se presenta como una de las grandes bazas del equipo europeo, pero también por sus méritos deportivos, por su experiencia en las diferentes modalidades de esta competición y por la energía, pasión y entusiasmo que transmite cada vez se pone el polo del equipo europeo.