Cuando todavía resuenan los aplausos del reciente triunfo de Europa en la cuadragésima edición de la Ryder Cup, el golf está generando un repetido eco y adquiriendo cada vez mayor reconocimiento entre las instituciones europeas, al ser la única disciplina deportiva que une a varios países compitiendo por el honor y la gloria, y no por premios en metálico, frente al gigante estadounidense.
La Ryder Cup, y su equivalente femenino la Solheim Cup, han trascendido más allá de las estrictas fronteras del deporte, razón por la que el golf está empezando a ser reconocido por políticos de todos los colores, incluso por algunos euro-escépticos, como una oportunidad excepcional de cara a iniciar el camino de la verdadera “unión europea”, habiendo dado ambas competiciones el primer paso en este sentido.
El miércoles de la semana de la Ryder Cup, un grupo de parlamentarios de la Comisión Europea que celebraba una reunión de trabajo sobre la “Dimensión económica del deporte”, recibió información detallada del mayor acontecimiento golfstico y visitó las instalaciones de Gleneagles. Tal reunión debía celebrarse en Bruselas, pero responsables del Circuito Europeo convencieron a la Comisión para trasladarla a Glasgow y así poder conocer la Ryder Cup en profundidad.
Los miembros de la delegación admitieron estar impresionados por la magnitud de tamaño espectáculo deportivo, además de por su indiscutible identidad de auténtica “Unión Europea”. Por primera vez presenciaban una competición en la que el público animaba “¡Europe – Europe!” frente a los gritos de “¡USA – USA!”. Fue una lástima que no pudiesen asistir a las ceremonias de inauguración y clausura para ver las banderas de distintos países, presididas por la de la Unión, izarse y recogerse bajo los acordes del himno europeo interpretado por gaiteros escoceses.
Durante la Ryder Cup, la CE tuvo un stand situado en la zona dedicada al público que utilizó para promover sus programas de comercio transatlántico, sociedades de inversión, salud y actividad física, así como la unidad deportiva y la “Semana del Deporte 2015”.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, fue uno de los primeros mandatarios en felicitar al capitán Paul McGinley, a quien envió una misiva trasmitiéndole su “orgullo al ver tanta alegría y unión bajo la bandera de Europa”. El equipo victorioso estaba compuesto por Alemania, Dinamarca, Escocia, España, Francia, Gales, Inglaterra, Irlanda y Suecia unidos por un mismo objetivo, representando no sólo a sus países sino a todo un continente.
Mark Lichtenhein, Chief Information Officer European Tour y Ryder Cup Europe: “La Ryder Cup ha servido para demostrar, una vez más, que la unión que no se consigue con la política se logra a través del deporte, sintiéndose todos los europeos representados por su equipo con independencia del país al que pertenezcan.
“El primer resultado inmediato que hemos obtenido ha sido una invitación de la Comisión Europea a unirnos a su grupo de expertos en deporte. En los próximos meses vamos a aprovechar este impulso positivo para asegurarnos de que los intereses del golf se promuevan en todos los debates y ámbitos posibles, ya que nos consta que entre muchos políticos europeos y euro-funcionarios ha calado la proyección de unidad continental que ha supuesto la Ryder Cup; lástima que no asistieran a la edición anterior en la que hubieran sido testigos de la impresionante remontada y triunfo del equipo europeo en Medinah, en territorio estadounidense; cuando todo se daba por perdido, la unión, decisión, determinación y arengas de determinados jugadores, vicecapitanes y el capitán europeo, consiguieron lo que parecía imposible: someter al equipo estadounidense a los pies del viejo continente”.
Esta vez, igual que en anteriores ediciones de la Ryder Cup, 250.000 espectadores presenciales y una audiencia potencial de 544 millones de hogares a través de las imágenes de televisión que se distribuyeron en 185 países, fueron testigos del sentimiento de unidad en el viejo continente y de la tercera victoria consecutiva de éste frente a los Estados Unidos de América.
Acerca de la Ryder Cup
Comenzó a disputarse en 1927 enfrentando al equipo de Estados Unidos contra el de Gran Bretaña, que integraría a jugadores irlandeses del 1973 al 77. Fue a partir de 1979 cuando el equipo pasó a denominarse Europa al incluir a los jugadores que en aquel momento dominaban el golf en el continente: Seve Ballesteros y Antonio Garrido. Desde entonces, los europeos han logrado diez triunfos por siete a favor de los estadounidenses, más un empate, habiéndose adjudicado Europa ocho de las diez últimas ediciones de la Ryder Cup.
Españoles en la Ryder Cup
Diez españoles han contribuido al éxito de esta competición jugando un papel esencial en la dimensión que ha alcanzado: Seve Ballesteros, Antonio Garrido, Manuel Piñero, José María Cañizares, Pepín Rivero, José Mari Olazábal, Nacho Garrido, Miguel Ángel Martín (se clasificó en 1997 aunque no pudo jugar debido a una lesión), Miguel Ángel Jiménez y Sergio García.