En las dos ediciones anteriores del Masters,el australiano Adam Scott había conseguido una segunda plaza en 2011 y un octavo puesto en 2012. No parece que el campo de Augusta se le dé mal a un jugador que pocos meses antes perdía el Open frente a Ernie Els, quien auguraba un futuro extraordinario al joven golfista. Palabras que no han tardado en hacerse realidad.
Scott partía en el inicio de la jornada final a un golpe de Snedeker y Cabrera, líderes tras el tercer día del primer major del año y con su compatriota Jason Day cumpliendo a la perfección su estrategia.
Comenzaba el joven Day con un ataque feroz encabezado por birdie y eagle en los dos primeros hoyos, situándose líder en los primeros compases de la final.
No duraría mucho el australiano en la cima de la tabla ya que Cabrera comenzaría a tirar de experiencia y talento firmando dos birdies y cinco pares en sus primeros siete hoyos, demostrando que tal y como dijo, estaba al 100% seguro de su juego. Pero jugar el Masters, jugar en Augusta, requiere estar por encima de esta entrega. Es un recorrido largo, engañoso y muy injusto con el más mínimo error. El hoyo 10 contabilizaba como bogey para el argentino y este punto de debilidad hizo que sus adversarios lanzaran sus ataques, que también caerían en errores dando aún más emoción a una final cada vez más abierta. Snedeker fallaba su oportunidad en forma de putt de un metro en el 10. Jason Day continuaba siguiendo su estricto plan y firmaba tres birdies consecutivos del 13 al 15, pero dos bogeys en los tres hoyos finales alejaban la chaqueta verde. Fue entonces cuando parecía que nadie impondría su ley y que el Masters podría estar bailando de mano en mano hasta que el último jugador llegara al último hoyo.
Pero entonces, apareció la figura de Adam Scott. Nadie esperaba la reacción del australiano visto sus primeros 12 hoyos en los que no había sido capaz de bajar del par del campo. En el 13 rompía la racha con un birdie, resultado que repetiría en el 15 para empatar en el liderato con Ángel Cabrera. En el 18, tras un magnífico putt de cinco metros, Scott abrazaba a su caddie, Steve Williams y soltaba toda la tensión del torneo. Pero aún noera el momento. Cabrera presentaba batalla hasta el último golpe y consiguió llevar al australiano un poco más allá de los 18 hoyos. Todo se decidía en un playoff muy tenso en el que fue necesario más de un hoyo bajo la lluvia para que Adam Scott se convirtiera en el primer australiano en colocarse la mítica chaqueta verde del Masters de Augusta.
foto: Jon-Michael Sullivan/Staff