Octava victoria sobre el recorrido californiano de Torrey Pines de Tiger Woods en su carrera deportiva, consiguiendo con el Farmers Insurance Open su 75º título en el PGA Tour y la primera de la temporada 2013.
Los nombres de Torrey Pines y Tiger Woods estarán siempre asociados al US Open que ganó de forma épica el por entonces número uno del ranking, que lesionado y jugando con una grave lesión de rodilla se alzó con el ansiado título sobre la hierba de un campo que ya lo había visto dar auténticas exhibiciones de golf y ganar en seis ocasiones anteriores.
Luego vendría una época oscura para el jugador en la que las lesiones, los malos resultados, motivos personales más que conocidos y expandidos por los medios de comunicación, apartaron al mejor jugador del mundo de los terrenos de juego durante un periodo de tiempo. El mundo del golf se quedaba sin corona y todo parecía un poco desangelado sin la figura que dominó el deporte por años.
En su «vuelta», deseada por numerosos aficionados al golf y con una gran repercusión mundial, Tiger Woods no mostró su mejor nivel. Olvidó su swing y su garra, que iría recuperando según disputaba torneos, no debemos olvidar que ha finalizado en segunda posición en el ranking mundial, pero no era lo que había sido. En 2012 su forma física era excelente, pero faltaba la esencia de Tiger, ese toque que hacía temblar a sus rivales.
Ahora, y viéndolo jugar en un recorrido que conoce a la perfección, parece que ha recordado donde olvidó lo que lo hacía grande. Ha recuperado el ritmo y el swing, dominando cada uno de los golpes de su repertorio, desde el tee de salida con un movimiento diferente pero igual de preciso y potente hasta el juego corto, chipeando y pateando como antaño. Ha vuelto la mirada y la victoria al deportista californiano.
En el Farmers Insurance Open, se podía ver a un grupo de jugadores a la sombra de un Tiger Woods enfundado en su uniforme rojo del triunfo, que ha dominado el torneo prácticamente desde los inicios. Drives largos y rectos, approaches que amenazaban con ir directos a la boca del green, chips desde fuera del green que sí entraban en el hoyo ante el asombro de los espectadores y putts teleridigidos eran la marca de la casa de Woods, una muestra del mejor regreso.
Cuatro golpes han sido la distancia entre un juego divino y un juego extraordinario, pero insuficiente ante la magistral lección de golf del ganador en catorce ocasiones de un grande. Brandt Snedeker y Josh Teaser estaban cerca, pero nunca tuvieron opción a alzar el trofeo sobre el Torrey Pines.
Al finalizar el torneo, los medios preguntaron a un exultante Woods : “¿Has vuelto?”, a lo que el campeón respondía: «Nunca me había ido”. Y es cierto, el jugador nunca se fue, pero sí ha vuelto lo esencial.