Dani García es uno de los herederos de la llamada cocina española de vanguardia, de la que Ferrán Adriá fue artífice intelectual. Una generación irrepetible y que, en sus propias palabras, ha sido pura vocación para hacer feliz a la gente. Dani ha creado todo un mundo a su alrededor que no deja de evolucionar con sus proyectos de restaurantes por todo el mundo.
Pero, además, Dani García se ha convertido en un fanático del golf, desde que empezara a jugar con Noemí Jiménez, Laura Gómez y Ángel Hidalgo. Ahora es socio del Real Club de Golf Las Brisas, el campo que albergará el próximo mes de noviembre el Andalucía Costa del Sol Open de España, torneo que cerrará la temporada del Ladies European Tour.
Sabemos que eres un apasionado del golf y eres socio del Real Club de Golf Las Brisas en Marbella. ¿Cómo comenzó tu interés por el golf y qué significa para ti este deporte?
Viviendo en Marbella, donde tenemos tantos y tan buenos campos, era cuestión de tiempo. Siempre he tenido en la cabeza que algún momento de mi vida en el que estuviera más tranquilo iba a jugar. Ese momento llegó con el COVID cuando no podía viajar y eso me facilitó muchos las cosas. A través de Noemí Jiménez, Laura Gómez y Ángel Hidalgo, los tres jugadores profesionales de Marbella, comencé a jugar. Entonces me planteé que quería ser socio de algún club y elegí El Real Club de Golf Las Brisas.
Si hay una palabra para mí que define al golf es paz. Tengo una vida relativamente complicada por mi profesión, con mucho ajetreo e incluso picos de ansiedad, y el golf me permite ir tranquilo por el campo y disfrutar de la naturaleza. Así que si tuviera que decir qué significa para mí diría que es paz.
¿Has encontrado alguna conexión entre tu amor por la cocina y tu afición por el golf? ¿Hay aspectos en común entre la cocina y el golf que te inspiren?
Bueno, yo diría que conexiones hay pocas. Estar en un servicio de un restaurante, con todo el estrés que eso conlleva, creo que es la antítesis a estar en un campo de golf donde estás rodeado de naturaleza, concentrado y con la cabeza puesta sólo en el golpe que tienes que dar. Por lo menos para mí que lo vivo de manera amateur, supongo que un profesional pasará más nervios y tensión.
Es difícil encontrar un punto en común. Lo más parecido que puede haber es la creatividad y la armonía que tiene que tener un plato y el que tiene que tener un golpe.
Además de tu destacada carrera como chef, también tienes restaurantes en diferentes países. ¿Puedes hablarnos sobre tus proyectos actuales o futuros en la industria de la restauración?
Estamos en un momento con muchos proyectos en marcha. El último restaurante que abrimos fuera de España ha sido el de París, hemos hecho la reapertura después del cierre de verano en Catar, en mes y medio abriremos un “Leña” y un “Smoke Room” en Dubái y en Miami, Los Ángeles, Ámsterdam y Budapest, estamos en obras.
Considero que en España nos ha ido bien, pero a nivel internacional aún nos falta. Ahora mismo mi obsesión es que nuestras marcas tengan el mismo éxito internacionalmente que en España.
Como chef de renombre internacional, ¿cómo encuentras el equilibrio entre tu apretada agenda profesional y tu tiempo para jugar al golf? ¿Tienes alguna rutina o hábitos que te ayuden a mantener ese equilibrio?
Juego bastante menos al golf de lo que gustaría, si bien es cierto que, si voy a Miami intento sacar tiempo para jugar, en Catar y Dubái también he jugado un par de veces. También sé que el día que me retire o que me jubile tendré tiempo y eso me consuela.
A día de hoy es imposible tener una rutina. En el último mes y medio he estado en Marbella, Madrid, Londres, Doha, Dubái, Estambul o París. Así es muy complicado, mi agenda está llena de imprevistos.
Cuéntanos sobre tu experiencia como socio del Real Club de Golf Las Brisas en Marbella. ¿Qué te atrae de este club en particular y cómo ha influenciado tu relación con el golf?
Las Brisas fue fácil elección, casi fue amor a primera vista. La primera vez que pisé el club me llevó la golfista Laura Gómez y aluciné. Me dije: si soy socio aquí y aprendo a jugar en un campo que constantemente te reta, pues mejor. En Las Brisas estoy muy a gusto y feliz, además con mi agenda me dan todas las facilidades para jugar cuando tengo tiempo.
Las Brisas es un sitio muy especial para mí, y mira que he jugado en otros campos alrededor del mundo.
Has explorado diferentes facetas en tu carrera, desde la cocina hasta la televisión y los negocios. ¿Qué consejo darías a los aspirantes a chefs o emprendedores en el mundo de la alta gastronomía que buscan seguir tus pasos?
Es difícil dar consejos porque cuando yo empecé la gastronomía era otra cosa. Para mí siempre ha sido un oficio muy vocacional, pero hoy día creo que las nuevas generaciones ven más la parte glamurosa de la profesión y la fama de algunos cocineros que salen en la televisión, revistas, etc. y a los que la gente le pide autógrafos. Esto no fue lo que me atrajo a mí porque ni siquiera existía. De hecho, en mi época no era una profesión bien valorada, por eso digo que fue vocacional porque lo único que a mí me movía era cocinar para hacer feliz a la gente.
Creo que esa vocación es lo que debe tener cada persona que empieza en esto. El mejor consejo que puedo dar es que lo hagan por vocación y con el corazón.
Finalmente, ¿puedes compartir alguna anécdota memorable que hayas vivido relacionada con el golf?
Más que anécdota, te contaré que disfruto mucho jugando al golf, pero más viéndolo. Este año he tenido un año absolutamente maravilloso de golf. He estado en St. Andrews en el Open Británico viendo ganar a Cameron Smith, después me lo pasé tan bien, que decidí ir a Augusta con la certeza de que Jon Rahm iba a ganar, ¡y ganó!, me invitaron a jugar el pro-am del LIV Golf en Valderrama y resulta que me toca jugar en la partida de Cameron Smith y por último la Solheim Cup.
Si tiene que quedarse con un torneo, ¿cuál sería?
Augusta
Si pudiera traer un torneo a su club, Las Brisas, ¿cuál le gustaría que fuese?
La Ryder Cup